Yo nací en Castilla, exactamente en Valladolid y mucha gente no sabe que en mi provincia tenemos mar, concretamente un mar de campos. Allí la vista se pierde en el horizonte y sólo se divisan enormes parcelas de cereales. A pesar de disponer de estas vastas extensiones de mar de campos, en Valladolid el surf no cuajó como deporte. Surfear campos de cebada no resultaba fácil ni divertido.
Mi primer contacto con el surf real lo hice en el año 2013 en un viaje por Oceanía. Allí en la playa de Manly de Sydney impartían cursos de base para turistas ávidos de surfear en las ligas mayores de este deporte. Tengo que decir que pasar de Valladolid a Sydney no es una transición sencilla en temas de surf. Allí te enseñan a surfear olas que en días tranquilos pueden llegar a los dos metros.
-¡Chicos hoy es un buen día para hacer surf, seguramente no aparezcan tiburones! -, – ¿Pueden aparecer tiburones? -, – Tranquilo Rubén, es muy poco probable, pero si aparecieran, hay unas alarmas que avisan.- Es evidente que para pasar de campos de cebada con algún topillo a olas de dos metros con tiburones, hay que dar antes unos pasos intermedios que yo no había hecho.
Mi aprendizaje definitivo llegó en Raglan, en la Isla Norte de Nueva Zelanda. Raglan es un pequeño municipio tomado por los surfistas. Dotado de unas playas excepcionales para la práctica de este deporte, es un santuario del surf. Todas las infraestructuras del pueblo están enfocadas para acoger a los amantes de este deporte.
Aquí es donde conseguí aprender de verdad a hacer surf. En el curso empezaban explicando cual era la parte delantera y cual la trasera de la tabla, que por evidente que pueda parecer, cuando naces en Valladolid el recordatorio siempre va bien. La clase se hacía a unas horas del día donde la marea sólo era capaz de levantar unas olitas que a duras penas empujaban las grandes tablas con las que aprendimos. Fueron necesarias sólo dos horas de prácticas para enamorarme de este deporte.
España me ofrecía muchas opciones para continuar progresando en mi recién adquirida condición de surfer, especialmente en el norte. Mundaka en País Vasco, Oyambre en Cantabria o Gijón en Asturias.
Puestos a elegir, Gijón es uno de los mejores destinos para pasar un caluroso mes de agosto. A las apacibles temperaturas que el norte regala en verano, Gijón ofrece una extenso menú de propuestas culturales, artísticas y gastronómicas para el disfrute de todos los visitantes.
Pero si de algo puede presumir Gijón, especialmente en época estival, es por sus playas. Dentro de la zona urbana hay cinco playas: los Mayanes, Poniente, San Lorenzo, Arbeyal y Cervigón donde la práctica del surf está muy arraigada por la calidad de las olas, la proliferación de escuelas y establecimientos dedicados al surf. Pero sobre todo destaca el respaldo que desde las instituciones se da a este deporte. A diferencia de otras ciudades como Barcelona, donde la práctica del surf sufre muchas limitaciones por parte de las normativas municipales, Gijón da la bienvenida a este deporte. Los asiduos del surf, así como los que participan en cursos de aprendizaje tienen su espacio en esta ciudad que ha hecho una apuesta clara por este deporte.