A menos se una hora de Madrid, se encuentra Ávila. El monumento más emblemático de la ciudad es su muralla sin duda la más bella y mejor conservada de España.
Construida entre los s XI y XIV la muralla rodea toda la ciudad vieja. Tiene un perímetro de 2519 metros, 88 torreones, 9 puertas de entrada y muros de tres metros de grosor por 12 de altura. ¡Vamos, que con una muralla como ésta, pues no apetece conquistar Ávila!
Si paseamos por la Ávila es imposible no tropezarse con alguna iglesia porque a pesar de lo pequeña que es, esta ciudad puede abastecer de templos católicos a media España. De entre todas destaca su catedral construida entre los siglos s XII y XV en estilo románico-gotico Ávila ha sido a lo largo de la historia la sede de numerosas órdenes religiosas de ahí la presencia de tantos convento como el de la Encarnación conocido porque en el 1533 ingresó en esta orden una joven de 18 años llamada Santa Teresa de Jesús.
El recuerdo más típico y dulce de Ávila son las yemas, todo el que viene a esta ciudad tiene que llevarse varias cajas para repartir a los amigos y como es una receta tan sencilla yo mismo me atrevo a realizarla. Lo primero que haremos será lavarnos bien las manos. A continuación vertemos las yemas líquidas en este horno de vapor para cocerlas y solidificarlas. Posteriormente juntamos la masa de yemas con el azúcar en esta mezcladora. Una vez mezclados los dos ingredientes sólo nos queda echar la mañana haciendo una a una y de forma manual las bolitas. Docenas de bolitas, cientos de bolitas, miles de bolitas que meteremos en una caja y que nos llevaremos de recuerdo de nuestro viaje por Ávila, la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1985.